Por Carolina Herrero. Es lo que escuchamos habitualmente en los supermercados uruguayos, comercios o cualquier establecimiento donde en él hallamos adquirido algún artículo. Y no hablo de bolsas biodegradables, que no son las que nos entregan gratuitamente y con tanta ligereza, sino de las que están hechas de polietilenos y polipropilenos (derivados del petróleo), y tanto su fabricación contamina la atmósfera con emisiones de CO2, como su desecho, que generalmente terminan siendo incineradas.
Y es que por estos pagos no se ha planteado aún, el problema que resulta la generación de tanto residuo, con el problema que acarrea su lentísima degradación natural o la propia gestión del mismo. Es de especial interés el hecho de que su degradación natural tarda varios cientos de años, los cuales no logran definir científicamente de manera exacta, pero sí estiman en unos 400.
Y mientras esperan pacientemente su degradación natural, contaminan océanos y suelos, causando muerte por asfixia de diversos animales marinos así como intoxicando aves que por error, de ellas se alimentan.
Distinto es como se está viviendo este tema en España, donde ha comenzado a generarse cierta consciencia que evidencia el daño ecológico que se está produciendo con el consumo indiscriminado de este tipo de artículo.
Según un estudio, “Los catalanes utilizan 14 millones de bolsas de plástico en un solo fin de semana”, y vaya que asusta la cifra, pero al menos están comenzando a tomar medidas al respecto, como cobrar por la utilización de dicho artículo o aspirar a que su composición sea biodegradable. También algunos de nuestros vecinos latinoamericanos están apostando a las bolsas biodegradables, como Argentina y Chile. En Uruguay? Bien, gracias.
Y generar conciencia será difícil hasta que no comiencen a cobrarnos por cada una de esas pequeñas bolsas que con tanta amabilidad nos ofrecen; hasta que no nos toque el bolsillo propio el hecho de solicitar “una más, por favor”, de ese artículo que una vez llegado a casa, desecharemos rápidamente. Porque para generar el hábito de llevar la propia bolsa de la compra, no hay nada más eficaz que involucrar a la economía doméstica.
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Me da otra bolsa, por favor?
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sábado, 10 de mayo de 2008
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