Por Carolina Herrero. “Se solicitan profesionistas con nivel licenciatura, Maestría en Administración o áreas afines, y especialidad en Responsabilidad Corporativa, para puestos gerenciales y ejecutivos en empresas multinacionales” (publicado aquí).
Resulta curiosa esta nota, ya que justamente debatíamos respecto de esta situación, con los y las colegas del Master en Responsabilidad Social Corporativa que cursamos el año pasado. Claro que, llegando a otras conclusiones un tanto opuestas a lo mencionado en dicha nota.
Parte de quienes realizamos dicho curso formativo con la total convicción (otra gente la fue desarrollando a lo largo de dicha formación, y otra permaneció impermeable e indiferente) de la necesariedad de la adopción por parte de las organizaciones, sociedad civil y Estado, de prácticas responsables con el Medio Ambiente y la Sociedad. Por parte de las empresas, la necesidad de adopción de un compromiso serio, real, basado en la honesta y transparente intención de incorporar la gestión de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) en su estrategia de negocio; por parte de la sociedad civil, la de incorporar criterios de sostenibilidad en las decisiones cotidianas (compra, utilización de energía / agua / combustibles, transporte, etc.) así como la de exigir mayor información, y más transparencia, a las empresas que actúan en el medio sobre el tipo de prácticas que realizan.
Pero luego de tener la convicción de tal necesidad, al tamizarnos con la gente allí donde nos encontrásemos, enfrentamos la triste realidad de que no está difundida tal necesidad, ni siquiera el propio concepto que subyace detrás de RSC. Y más triste aún, en nuestra búsqueda de inserción laboral en dicha área, advertimos con gran preocupación que la demanda por este tipo de profesionales especialmente formados en la materia es escasa, y peor aún, en caso de existirla, la misma se mueve en círculos cerrados, de difícil acceso. Entonces me pregunto, ¿será que en México están apostando por una profesionalización de la gestión de la RSC, y ello en España aún no está generalizado, o será que hay una especie de “burbuja especulativa” respecto de la formación en RSC?
Personalmente, estoy convencida de la necesidad de profesionalización del personal técnico que gestiona la RSC sea cual sea el ámbito de su actuación, como de cualquier otra profesión donde son necesarios conocimientos sólidos y fundados para gestionar con eficiencia y eficacia hacia el logro de los objetivos establecidos. Y así ha quedado de manifiesto en el Congreso y Salón de la RSC que tuvo lugar en Madrid el 30 y 31 de enero pasados. En el grupo de trabajo sobre Transparencia y Certificación, se expuso claramente que una de las posibles debilidades a la hora de implantar con éxito estrategias de RSC así como su posterior verificación y certificación, sea la falta de formación específica por parte de quienes llevan a cabo dichas labores. Eso sí, entre quienes allí nos dimos cita, las empresas brillaron por su ausencia, dado que la asistencia al congreso fue en su amplia mayoría perteneciente al Tercer Sector.
Entonces, si dado que la oferta formativa es cada vez más extensa, no puedo sino preguntarme ¿dónde se ubica luego ese perfil profesional, en el terreno laboral? ¿qué oportunidades reales encuentran quienes egresan de cursos de formación en RSC? Porque sería triste pensar que los puestos para gestionar la RSC estarán “reservados” a la misma gente de siempre, y que quiénes contemos con una formación específica en la materia no encontraremos una salida laboral, hecho que provocaría a la larga, un gran descreimiento en torno a la seriedad y compromiso de quienes dicen llevar a cabo prácticas responsables.
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¿Burbuja especulativa también en RSC?
La insoportable levedad de las cifras
Por Carolina Herrero. Resulta sumamente llamativo los resultados que se extrapolan de la encuesta "Responsabilidad social de las empresas en Uruguay: la percepción de los ciudadanos", encuesta realizada por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
Según esta encuesta, el/la uruguayo/a medio/a sabe lo que es la RSE: el 43,6% de la población oyó hablar de la RSE, el 30% de la ciudadanía opina que la información brindada por las empresas sobre la RSE es confiable, y las áreas donde debería actuarse más y mejor en RSE, han sido priorizada por los encuestados, de la siguiente manera: 1) Comunidad, Estado y medioambiente, 2) Empleados/as; 3) Accionistas y 4) Clientela, proveeduría y competencia.
Vayamos por partes, desintegrando la información: personalmente me resulta muy llamativo el resultado de que el “uruguayo medio” sepa lo que es la RSE, particularmente porque he realizado, a nivel personal, un sondeo de opinión entre personas de diversos ámbitos, aunque en su amplia mayoría se trata de profesionales universitarios/as, y la gran mayoría de éstos/as no tiene muy claro de que va la RSC. O sea, no saben bien qué es lo que en realidad está detrás de esta sigla, identificando en su gran mayoría la relación con temas medioambientales, filantropía y mecenazgo. Por tanto, si entre profesionales hay mayoritariamente un desconcierto sobre la acepción del término RSC, considerando a tal colectivo como personas con acceso a cierta educación e información, intuyo que mucho más aún se dará un desconcierto entre la población que no tiene acceso a ámbitos literarios, de investigación o simplemente, de información.
Por otro lado, que la ciudadanía considere que la información brindada por las empresas sobre RSE es confiable, resulta irrisorio. Y esto debido a que las empresas uruguayas informan poco o nada respecto a aspectos vinculados a la RSE. En un encuentro al que concurrí en noviembre pasado, un participante que representaba a una de las instituciones que, bajo el apoyo del BID, está dinamizando la RSE en Uruguay, mencionaba que se han realizado los “primeros cinco Balances Sociales” (Memorias de Sostenibilidad en el contexto Europeo). Teniendo en cuenta que las mejores prácticas empresariales respecto de la condiciones laborales de su personal, no son comúnmente difundidas a la comunidad, salvo raras excepciones, y que los impactos ambientales de la actividad empresarial tampoco son públicamente conocidos, salvo casos también puntuales, ¿qué es lo que evalúan quienes han considerado que la información proporcionada por las empresas sobre la RSE es confiable? Deduzco que se pueden referir a las actividades filantrópicas, ya que son las que mayor difusión social tienen, debido a su estimado impacto positivo sobre la opinión pública, limitando a un aspecto mínimamente ínfimo de lo que abarca la RSE.
Primero se debe educar a las personas, de todos los ámbitos, sectores y clases, para luego que esta ciudadanía pueda evaluar las conductas empresariales, así como comportarse como ciudadanía responsable. Pero claro, la educación puede no resultar atractiva, ya que termina siendo un arma de doble filo:
- Educación
- Ciudadanía responsable
- Demanda de información a las empresas
Éstas últimas, no siempre quieren voluntariamente “compartir” información respecto de su accionar.
Por último, los temas en los cuáles las personas encuestadas consideran que deberían realizarse más esfuerzos, desde el punto de vista de la RSE (que vaya usted a saber qué entendían por tal concepto), son en general similares a aquellos que manifestaban las personas consumidoras españolas, de acuerdo con lo relevado en el Informe Forética 2006 (o su nota de prensa), siendo los más destacados los aspectos ambientales y los referidos al personal, quedando a la cola aspectos vinculados a la clientela.
Y resultaría lógico que así fuera, considerar que la empresa debe velar primero que nada por su personal, que es quién contribuye a que su actividad se realice y, cuanto más conforme esté, más comprometido se sentirá con la consecución de los objetivos planteados, así como por el impacto que la actividad empresarial tiene sobre el medioambiente, no solo en términos de cumplimiento de la legislación ambiental, sino sobrepasando ésta, planteándose retos de minimización del impacto ambiental.
¿Cuando comenzarán a educar, para que la ciudadanía se concientice y exija así mayor información a las empresas? Luego, podremos considerar sus evaluaciones sobre la información que le es proporcionada.
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En la tarde de hoy asistí a una mesa redonda sobre Responsabilidad Social Empresarial en Montevideo (Uruguay) dirigida por el Dr. Djordjija Petkoski -especialista del Banco Mundial y director del programa de Negocios, Competitividad y Desarrollo del Instituto del Banco Mundial. Por Carolina Herrero.
En esta instancia (ya que debo decir que, antes de partir hacia España para obtener mi Maestría, participé de varias otras instancias de presentación de la RSC y su aproximación al sector empresarial) participamos un grupo reducido de agentes provenientes de diversos sectores de la sociedad: desde entidades educativas, ONG´S, profesionales independientes (entre los cuáles me encontraba yo), empresariado, medios de comunicación, instituciones financieras y estudiantes.
La sensación que sigo teniendo es que, la mayoría de estos y estas participantes acuden a tales instancias para... “ver de que va esto de la responsabilidad social”. Y es que el concepto (y menos aún su puesta en práctica) parece ser algo “etéreo”, poco tangible para el conocimiento de la población en general. Ni siquiera entre profesionales hay una idea clara de lo que nos referimos bajo la sigla RSC o RSE, pero este tema lo dejo a un lado para retomarlo en futuras notas y análisis.
Lo que ha quedado de manifiesto en la instancia de hoy, es la necesidad de buscar un interés común en las empresas para desarrollar, ya sea a nivel de grupos empresariales o clusters, el tema de la implementación de la Responsabilidad Social en las empresas, y más aún en las PYMES, quienes conforman en abrumadora mayoría el tejido empresarial latinoamericano, y las que difícilmente son consideradas en programas de implementación de la RSE o a quienes les cuesta más llegar a la asistencia profesional en esta materia. Y este interés común puede venir dado por el aumento de competitividad que adquieren las empresas cuando gestionan adecuadamente su RSE, y aquí en Latinoamérica, la gestión de la RSE aún puede considerarse que proporcionará una ventaja competitiva para quien la desarrolle y gestione, puesto que aún “estamos en pañales” en estos temas.
Es llamativo el dato que compartió con nosotros el Dr. Petkoski, acerca de que el 90% de quienes contactan con él por temas de RSC/RSE provienen de áreas de Gestión de Relaciones Públicas/ Institucionales. La responsabilidad social debería surgir de manera natural, como una inquietud y necesidad de la gerencia de la empresa por “emborrachar” su estrategia empresarial de principios socialmente responsables, y traducirlos en las acciones respectivas.
Ha quedado un compromiso tácito de participar en grupos de análisis respecto de cuáles deberían ser los temas considerados prioritarios en la gestión de la responsabilidad social de nuestro empresariado uruguayo, para que luego éste los adopten en sus estrategias empresariales, el gobierno en su legislación, y el consumo en sus demandas. Todos y todas tenemos que participar, es un círculo donde cada actor tiene su rol y debe ejercitarlo, y somos todos responsables en tanto no exijamos su cumplimiento.
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Sota, Caballo, Rey
El conflicto en torno a instalación de plantas de celulosa en el Uruguay adquiere aristas inverosímiles. Por Carolina Herrero.
A la solicitud de intervención por parte de Su Majestad el Rey Juan Carlos I, como mediador en la búsqueda de un entendimiento entre los gobiernos (Argentino/Uruguayo), y mientras se esperan dichos oficios, se lanza desde la presidencia Argentina una nota con cierto carácter “intimidatorio” sobre las quejas planteadas por el Gobierno Uruguayo respecto de los constantes cortes de rutas internacionales que afectan al país. En dicha nota, se acusa a Uruguay de “desviar la atención sobre el tema central que originó la controversia”, o sea, la instalación de las plantas de celulosa, y que “los actos unilaterales que el Uruguay continúa realizando...generan agravamientos”. Todo esto referido a la quinta reclamación elevada por la Cancillería uruguaya respecto de los cortes de ruta, sobre los cuales se espera el Gobierno Argentino tome una postura.
Ahora bien, no se condena expresamente, por parte del presidente argentino Néstor Kirchner,... el “bloqueo” comercial del que Uruguay está siendo víctima, desconociendo una infinidad de tratados internacionales que a nadie, desde la otra orilla, le viene en ganas recordar; no se adoptan medidas, desde el gobierno argentino, para el cese de los cortes de rutas, los cuales muy por el contrario comienzan a extenderse hacia otros puentes internacionales. Eso sí, se acude a un Tribunal Internacional (el Tribunal de la Haya) para luego desconocer su decisión arbitral. Claro está, ante un fallo contrario al esperado, basta mirar para el otro costado y hacer como si nada hubiese ocurrido, continuando las medidas de instigación internacional.
Mientras, nuestro comercio queda en stand-by, el turismo afronta un gran riesgo de quedar paralizado en esta temporada veraniega que se asoma, ya que gran parte del mismo proviene mediante el transporte carretero, desde la República “hermana”.
¿Cuál será el entendimiento que busque conciliar la Corona? Tendrá en cuenta el mediador de Su Majestad, las penurias de las cuales es víctima el Estado Uruguayo y las cuales está afrontando sin levantar piquetes o sin involucrar a terceros ajenos a la problemática?
Eso sí, los piqueteros ambientalistas de Gualeguaychú se preparan para un “verano en ruta”, construyendo duchas para refrescarse del calor y baños. Yo me pregunto: ¿estarán conectados a la red de saneamiento, o serán vertidos sin tratar sobre el Río Uruguay? Claro, esto siempre del otro lado del Río.
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A un lado y al otro del río
Tema controvertido si lo hay, el que viene debatiéndose desde hace varios meses a ambos lados del Río Uruguay: LAS PAPELERAS. Por Carolina Herrero.
Desde la decisión de ambas empresas (ENCE y BOTNIA) de instalarse sobre ésta margen del Río Uruguay, ha sido una batalla campal incesable, la que ha dado nuestra vencindad argentina de Gualeguaychú. No solo se han cortado rutas fronterizas de acceso a nuestro país, importantes vías de tránsito de mercancías, sino que se ha desconocido la autoridad del Tribunal Arbitral de MERCOSUR para resolver los problemas que competen a los países que lo integran, acudiendo al Tribunal de la Haya en pos de una condenación a la construcción de dichas fábricas (decir que dicho tribunal se ha manifestado contrario a la suspensión preventiva de las obras de las plantas de celulosa pedida por Argentina).
Primero se esgrimieron razones de acumulación de contaminantes, en el caso de la construcción de ambas plantas sobre la misma margen del Río. Pero una vez que una de las plantas ha desistido en el proyecto, van por la otra. Y allí no se verificaría la acumulación citada, por tanto se agudiza la duda sobre los verdaderos motivos de un rechazo tan enfebrecido.
Siendo que Uruguay propuso el monitoreo conjunto de los efluentes de las plantas de celulosa, resulta evidente que Uruguay quiere cooperar para lograr una solución a este conflicto, y además, brinda una posibilidad real a la República Argentina de participar en esto. Dado que se han requerido los Estudios de Impacto Ambiental pertinentes, creer que no somos capaces de realizar los controles ambientales correspondientes es ignorar la capacidad profesional de nuestro personal técnico y/o su ética, así como asumir la irresponsabilidad de todo un Gobierno de Estado así como de los Organismos Internacionales que financiarán dichos proyectos.
¿Es socialmente responsable cortar sistemáticamente rutas, dejando parados camiones con mercancías, perjudicando enormemente el comercio? ¿Es socialmente responsable construir muros que dividan, como el que levantaron los activistas de Gualeguaychú sobre la ruta que une al país con el puente internacional? Muro que fue construido durante la XVI Cumbre Iberoamericana de presidentes, donde se hizo condena expresa a otro muro, el que levanta los Estados Unidos frente a su vecino México. ¿Es socialmente responsable presionar a los organismos internacionales que financiarán los proyectos, para que suspendan dichos fondos, cuando hay Estudios de Impacto Ambiental que justifican su sostenibilidad? ¿Es socialmente responsable el silencio que guardan los demás miembros del MERCOSUR ante esta controversia?
Quizás lo que comenzó como una bandera con fines electorales, se les haya ido de las manos, y lo peor sería que terminara perjudicando a un país que, en su búsqueda de desarrollo, sustentable, se quedara sin inversiones y sin generación de riqueza, a ésta margen del río.
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